
Incorporó la suave brisa de la montaña, y en gotitas de esperanza sus manos
se volvieron río.
La noche ya no fue la oscuridad de una celda. Ahora su cuerpo respiraba viento,
en medio de la risa de sus hijos.
Los gritos se colocaron en una interminable hilera. Pero ahora sólo eran suspiros,
mientras el huracán de la historia la embriagaba de justicia.
Cerro los ojos del alma para ver la luz de su nostalgia. Y se vio en cuerpo de niña, rodeada de sus padres,
entre el aroma de plantas.
Adriana ya no es Adriana. Hace tiempo que su nombre se tiño de verde.
Un verde que cubre los techos de casillas, que visita ancianos, y se bebe la vida.
Un verde que no es oliva.
Un verde que se escurre entre cuerpitos delgados hasta soltar picardía.
Un verde como destino inconcluso.
Un verde parecido a la bruma de la mañana.
Un verde que mira el blanco ESMA, y lo invita a vestirse con colores aparecidos.
Un verde distante a la hora de los olvidos.
Un verde como sentencia dormida.
La voz de la Pachamama que clama por reencuentro. Y Adriana que se sabe presente, como aquella voz
que la llama y le dice: Libre por siempre libre..."
Dady Rubio: "El tiempo de verde esperanza" (por la memoria)
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