No detiene su lava que arrastra, y consume, nuestras miserias.
El volcán a veces, sólo a veces, apaga su furia: Es el día en que las almas suelen besar a la luna.
El volcán tiene un romance con el río: Y se funde en el encuentro que le marca el tiempo con murmullos de orilla.
Jamás renunció al fuego eterno que le nace de sus entrañas: Prefiere antes a la muerte vestida de desprecio.
El volcán se sabe tierra porque abraza a su entorno como madre naturaleza.
Fuego que devora a los fuegos es la misión de su ser: Un llanto que cubre su
ladera, y se convierte en rocío.
Una y otra vez, el volcán espera por el día en que los hijos de la tierra lo cubran de rezos: De plegarias dormidas por la injusticia de siglos.
Será el día de la memoria como calor de hoguera.
Un día como cualquier otro, el silencio al costado del camino, y la noche convertida en milagro.
Será el volcán como padre nuestro: Y los hipócritas convertidos en cenizas.
Dady Rubio ("Nuestro Volcán" - Febrero 08 / 10:00 am)
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