Se le hace fuego las entrañas porque sabe vivir con el silencio.
Espera callado el amanecer cuando la luna se coloca sus bombachas.
Y comienza a jugar con miles de ojitos, y caras sucias, a la ronda de estrellas y duendes.
El hombre conoce de suspiros porque se bebió la inocencia de preguntas milenarias.
Calla cuando los muertos le hablan, y se ríe cuando ella le prepara su tabaco.
El hombre se convierte en otro hombre que camina a su lado, rostro gastado por el llanto, y sangre que se convierte en piedra.
El hombre se sabe un río que no encuentra su cauce.
Un huracán que golpea la conciencia.
Chiapas que se desnuda como jamás nunca...